Conocida como la ‘ciudad maravillosa’, Río de Janeiro es la segunda urbe más poblada de Brasil. El Pan de Azúcar, la estatua del Cristo Redentor, las playas de Copacabana e Ipanema o el estadio Maracanã son algunos de los iconos que le han hecho famosa en todo el mundo. Os proponemos un pequeño recorrido por algunos de sus edificios más emblemáticos.
Empezamos por la Iglesia Nossa Senhora do Carmo, también conocida como Iglesia Nossa Senhora do Carmo da Antiga Sé o Iglesia de Nossa Senhora do Monte do Carmo. Es uno de los templos más antiguos de la ciudad carioca e históricamente ha sido muy valiosa ya que fue capilla real y la catedral de Río hasta 1976, cuando se construyó la nueva Catedral Metropolitana. La iglesia posee una nave única con varias capillas laterales.
Muy cerca se encuentra el Palacio Imperial, escenario en el pasado de hechos muy relevantes para la historia de la ciudad. Desde uno de sus balcones, en 1822, Pedro I anunció que no regresaría a Portugal, hecho que marcó el inicio de la independencia de Brasil. Y fue también en este palacio donde la Princesa Isabel firmó en 1888 la Ley Aurea, que abolió definitivamente la esclavitud. En la actualidad, el edificio acoge un Centro Cultural que programa exposiciones y representaciones escénicas.
Nuestra siguiente parada es el Teatro Municipal. Inspirado en la Ópera de Paris, fue inaugurado en 1909 y lleva la firma de Francisco de Oliveira Passos y Albert Gilbert. Lujoso e imponente tanto por dentro como por fuera, actualmente alberga dos Orquestras Sinfónicas.
Y para terminar, una parada muy dulce, perfecta para transportarnos en el tiempo: la confitería Colombo. Considerada una muestra viva de la Belle Époque carioca, durante años fue frecuentada por intelectuales y aristócratas brasileños. Sus muebles antiguos, los espejos de cristal traídos de Antuérpia y los marcos con frisos tallados en madera de jacarandá son una verdadera exposición de Art Nouveau. En el menú todavía se mantienen platos tradicionales de la época de su fundación, en 1894, por inmigrantes portugueses.
Fuente: Laura Zazo / Grupo Acerta