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UN VIAJE POR… MADRID

Hablar del alma de Madrid es hablar de la Gran Vía. La centenaria calle es una de las más emblemáticas de la ciudad. Punto de reunión, lugar de paseo, arteria comercial… esta famosa calle no duerme nunca y acoge algunos de los edificios más valiosos de la ciudad. Sus escaparates iluminados por neones conviven con los teatros de musicales y los cines.

Su creación, entre 1910 y 1931, supuso el comienzo de la modernización de Madrid con la construcción de los primeros rascacielos de España. El artífice fue Alfonso XIII, que en abril de 1910 y con una piqueta de oro en la mano dio comienzo a las obras de demolición de más de 300 casas y 50 calles. En la actualidad, la Gran Vía mantiene su esplendor y su historia.

A lo largo de sus más de cien años ha recibido muchos nombres: Avenida de Rusia, del quince y medio, de José Antonio… y ha sido fuente de inspiración para decenas de músicos y cineastas.

La Gran Vía nace en la calle de Alcalá y muere en la Plaza de España y está formada por tres tramos muy bien diferenciados. El primero alberga los edificios más antiguos y desprende aires parisinos. Entre ellos destaca el Metrópolis, diseñado en 1905 por arquitectos franceses. El gran símbolo de su decoración decimonónica es la escultura en bronce de una Victoria alada, de cuatro metros de altura y suspendida a 44 metros del suelo. Sin duda, la escultura se ha convertido en uno de los símbolos de la avenida.

En el segundo tramo la vista se pierde en el edificio de la Telefónica, construido en 1929. Fue uno de los primeros rascacielos de Europa y en la actualidad sigue siendo el más alto de la Gran Vía, con 89 metros. El proyecto es obra de Ignacio de Cárdenas y del arquitecto de la International Telephon Telegraph, Lewis S. Weelk.

Cerca se encuentra el oratorio del Caballero de Gracia, esta obra de Juan de Villanueva, artífice del Museo del Prado, es la única iglesia de la calle y uno de los pocos edificios que no derribaron para construirla. Le suceden otros como el Palacio de la Música, un auditorio reconvertido en cine, y el Palacio de la Prensa, de estilo neoyorquino y obra del arquitecto Pedro de Muguruza.

En el último tramo destaca el edificio Carrión, conocido como Capitol, que, aunque también desprende aires neoyorquinos, tiene retazos del expresionismo alemán. Y ya en Plaza de España nos encontramos con la Torre de Madrid, de Julián Otamendi, que con sus 142 metros fue el rascacielos más alto de Europa hasta el año 1967.

Fuente: Laura Zazo/Grupo Acerta
Fotografía: © Madrid Destino, Cultura, Turismo y Negocio S.A.

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